Karol Nawrocki asume la presidencia de Polonia: un giro conservador que tensa la relación con el Gobierno de Tusk
6 de agosto de 2025 |Varsovia — Karol Nawrocki juró este miércoles como nuevo presidente de Polonia en una ceremonia solemne en el Parlamento nacional, marcando el inicio de un nuevo ciclo político en el país centroeuropeo. Su llegada al Palacio Presidencial consolida un viraje ideológico hacia el nacionalismo conservador y anticipa una etapa de tensiones institucionales con el Gobierno liberal liderado por el primer ministro Donald Tusk.
Con un discurso enfático sobre la «defensa de la soberanía nacional» y los «valores cristianos tradicionales», Nawrocki, historiador de formación y figura emergente del partido opositor Ley y Justicia (PiS), asumió el cargo que deja Andrzej Duda tras dos mandatos. A sus 41 años, se convierte en uno de los presidentes más jóvenes de la historia reciente de Polonia, aunque también en uno de los más polémicos.
De la oscuridad a la presidencia en seis meses
Hasta finales de 2024, Karol Nawrocki era un nombre prácticamente desconocido para el gran público. Entonces, como director del Instituto de la Memoria Nacional (IPN), fue catapultado como candidato presidencial por PiS, en un intento de reactivar el voto conservador frente a la coalición centrista-liberal de Tusk.
Durante la campaña, su entorno construyó una narrativa de ascenso social: hijo de clase media de Gdánsk, campeón juvenil de boxeo, trabajador incansable que estudió Humanidades por la noche mientras trabajaba de día. Una imagen de ciudadano ejemplar que resonó en sectores desencantados con los ritmos lentos del cambio prometido por Tusk.
Pero a medida que crecía su popularidad, también lo hicieron las revelaciones sobre su pasado.
Polémicas en plena campaña
En pleno proceso electoral, estallaron varios escándalos que pusieron a prueba su credibilidad. Se descubrió que poseía un segundo apartamento adquirido bajo circunstancias irregulares —a cambio de cuidar a un vecino enfermo—, que posteriormente donó a una organización benéfica. Además, resurgieron fotos de su juventud junto a miembros de bandas delictivas y ultras de fútbol, aunque Nawrocki negó cualquier vínculo criminal.
Uno de los momentos más incómodos ocurrió durante un debate televisivo, cuando fue captado usando un inhalador de nicotina prohibido en Polonia. Tras la polémica, se sometió voluntariamente a un test antidopaje, que arrojó resultados negativos.
También salió a la luz que escribió bajo pseudónimo un libro sobre la vida de un gángster, y que posteriormente llamó a un programa de radio camuflando su voz para promocionarlo. Aunque lo admitió, lo calificó como «una broma de juventud».
Un contrapeso institucional frente a Bruselas y a Tusk
Políticamente, Nawrocki se alinea con el euroescepticismo y el nacionalismo conservador que caracterizó al anterior Gobierno de PiS. En su programa de 21 puntos, promete «restaurar un Estado fuerte, seguro y moralmente sólido», con énfasis en subsidios sociales, políticas de natalidad y una postura firme contra las «imposiciones de Bruselas».
Su principal arma será el veto presidencial, que podría usar de forma estratégica para bloquear reformas impulsadas por el Ejecutivo de Tusk, especialmente en temas sensibles como derechos LGBTQ+, justicia y relaciones con la Unión Europea.
«Este no es un momento para concesiones. Europa vive tiempos difíciles, decisivos», afirmó durante su discurso de investidura. «Polonia debe defender su identidad, su familia, su fe y su independencia.»
Rusia lo tiene en su lista de buscados
La figura de Nawrocki también ha llamado la atención internacional. En 2023, Rusia emitió una orden de búsqueda contra él por su participación activa en la retirada de monumentos al Ejército Rojo en territorio polaco, un gesto simbólico que enarboló como parte de la «descomunización» del país.
Bruselas observa con atención el nuevo escenario. Aunque la presidencia en Polonia es principalmente un cargo simbólico y de representación, su capacidad de influencia en la opinión pública y en el equilibrio de poderes podría ralentizar la agenda proeuropea de Tusk.
¿Qué sigue para Polonia?
Con Nawrocki en el Palacio Presidencial y Tusk en el Gobierno, Polonia entra en una fase de cohabitación inédita desde la caída del comunismo. Dos visiones opuestas del país —una liberal y europeísta, otra nacionalista y tradicionalista— chocarán en los próximos años, no solo en el plano legislativo, sino en la batalla por el alma de la nación.
Mientras tanto, los mercados y las instituciones europeas aguardan con cautela. La pregunta ahora es si este nuevo presidente, de pasado turbio y discurso contundente, logrará consolidar su liderazgo más allá de la polarización.
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