Jacinto y Citlali: equipo fallido
LECTURA POLÍTICA por Noé Mondragón Norato
Acostumbrado a caer en suelo blando, el dirigente estatal del Morena y también diputado local plurinominal reelecto, Jacinto González Varona, enfrenta ya sus primeras embestidas políticas de alto impacto. El sabor amargo de la política provocado por los coletazos de la lucha por el poder. La simbiosis de los personajes de “la izquierda” que, movidos por sus propios intereses e instintos, sacan a relucir su inconformidad. Le mueven el tapete buscando desequilibrarlo. Y si es posible, tumbarlo. El espectáculo político como forma de alentar el morbo social.
El pulso confirma las variables de esta reiterada puesta en escena. COSTOS Y FACTURAS POLÍTICAS. – En el arquetipo de la política tradicional, los costos de crecer para alcanzar y permanecer en el poder generan en automático, facturas por cobrar. Y a Jacinto ya le están emitiendo los tickets.
Se lee así: 1.- Desde que González Varona se abrió de capa como aspirante a contender por el gobierno estatal en la elección de 2027, nada pasó. Como la mantequilla, se deslizó por la pista política sin problemas. De hecho, venía de postularse por segunda vez, como diputado local encabezando la lista de los plurinominales del Morena. La cancha en el partido presidencial parecía completamente suya. Porque combinó durante su primer periodo como dirigente estatal, la curul como diputado local. Y eso está prohibido por los estatutos de ese partido. Pero se los voló. Hoy quiere repetir la “hazaña”. En ese tiempo tenía el respaldo del presidente AMLO quien condescendía y pagaba así, su deuda con uno de los fundadores políticos del Morena en Guerrero: el extinto César Núñez Ramos.
Jacinto y Citlali: equipo fallido
Sin embargo, Jacinto entregó malos resultados como dirigente en la pasada elección de junio. Ganó mayoría legislativa en el Congreso local, pero perdió en alcaldías. El Morena y aliados del PT y PVEM triunfaron en 46 de los 85 municipios. 17 alcaldías fueron para el Morena, 15 para el PT y 14 para el PVEM. El nivel de competencia del partido guinda estuvo en los mismos del PT y PVEM. Y lo que es peor: perdió Chilpancingo, la capital.
2.- Envalentonado por su aspiración a la disputa por el gobierno estatal, el dirigente del Morena en Guerrero acarició la posibilidad de que su grupo nuñista retuviera la presidencia de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Congreso local, postulando para repetir en ese cargo a la diputada reelecta y muy polémica, Citlali Calixto Jiménez.
Pero en el forcejeo se impuso en el cabildeo el felixista, Jesús Urióstegui García. La idea de Jacinto era clara: una parte del recurso de la Jucupo iba a ser destinado para su precampaña. El punto es que Citlali ya venía tocada por la corrupción, pues en el epílogo de la anterior legislatura había solicitado a la Secretaría de Finanzas del gobierno estatal, 108 millones de pesos destinados a un bono por fin de legislatura. Y cuando fue atrapada con los dedos en la puerta, cambió la versión asegurando que se destinarían para liquidar a 300 trabajadores de confianza del Congreso local. Nadie le creyó.
Ese hecho fue determinante para que también se le cayera su pretensión de repetir al frente de la Jucopo. 3.- El equipo formado por los morenistas Jacinto González y Citlali Calixto comenzó mal en la recién estrenada 64 legislatura local. No sólo porque fallaron en la operación política, sino porque el cobro de facturas contra ellos comenzó a visibilizarse.
Jacinto y Citlali: equipo fallido
Una pista lo refrendó: la filtración de una lista de periodistas y medios de comunicación que cobran convenios publicitarios en el Congreso local. Con ello, se confirmó que Citlali pagaba esa gruesa nómina con el fin de seguir creciendo en imagen y ego. Y desde luego, que toda esa plataforma informativa fuera puesta al servicio del propio Jacinto González. Ese hecho justificaba ampliamente su intención por seguir al frente de la Jucopo. Pero con esa filtración, difícilmente volverá a disputarla. Significó una especie de cuerda que le amarró las manos. Y la movilidad política. Porque la señal es clara: de seguir incidiendo en las intentonas políticas de Jacinto, lodo más espeso de su paso por la Jucopo podría brotar contra ella. Y por eso sus opositores internos no quieren que Jacinto repita como dirigente estatal del Morena. Como tal, sería incapaz de decretar la eventual y posible expulsión de Citlali de las filas morenistas. Sin embargo, el propio Jacinto podría pisar esa hoguera. Porque las facturas políticas ya se están imprimiendo en esa caja registradora.
HOJEADAS DE PÁGINAS…
El pasado domingo 13 de octubre, la corriente Izquierda Progresista de Guerrero −ex del PRD− realizó en Chilpancingo su Segunda Asamblea Regional. Trascendió que en ese cónclave el exgobernador Ángel Aguirre presentaría a varios cuadros políticos que se sumarían a ella. Entre ellos, el personaje que recién renunció al PRI, Rafael Navarrete Quezada. Y hasta el excandidato perdedor al senado, Mario Moreno Arcos, quien ya cayó de la gracia política del exgobernador priista y actual dueño de la franquicia del MC en Guerrero, Héctor Astudillo. Aguirre estaría sumando así, a varios de los inconformes del PRI, PRD y MC. E inclusive, algunos del Morena. Y su apuesta de poder parece clara: erigirse como el opositor de mayor valía −por encima de Astudillo y del senador tricolor Manuel Añorve− rumbo a la elección de gobernador de 2027. Qué tal.