La desesperación y ambición de Jacinto
LECTURA POLÍTICA por Noé Mondragón Norato
La desesperación es mala consejera. Y en política es peor. Porque exhibe debilidades, ausencia de tacto e inmadurez. El asunto se asocia de manera natural, al poco o hasta nulo oficio y conocimiento del terreno en que se mueven los actores que la proyectan. La ambición desbordada por el poder es su hermana gemela. Entre ambas generan y acumulan desgastes irreversibles. Ensombrecidos por la certeza de no saber controlarlas. Hay casos que resultan no sólo cómicos y risibles, sino francamente sórdidos y patéticos.
LAS TORPEZAS DE JACINTO. – Si hay algo que se va convirtiendo en marca política del dirigente estatal del Morena, Jacinto González Varona, es su cada vez más evidente y hasta nociva, torpeza política.
Se lee así: 1.- Lejos de asumir y dar cumplimiento a su papel de dirigente estatal de un partido político, Jacinto desdeña y selecciona con quién debe ir y con quién no. Así, no asistió al arranque de campaña de la ampliamente cuestionada alcaldesa de Acapulco, Abelina López Rodríguez. Pero sí lo hizo con el excandidato a la alcaldía de Chilpancingo, Jorge Salgado Parra. Luego, declinó asistir al tercer informe de la edil de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, pero asistió gustoso al de la controvertida y corrupta diputada local Citlali Calixto Jiménez.
Es obvio que Jacinto percibe en Abelina y Norma dos adversarias políticas en su desbocado camino en la construcción de su candidatura a gobernador por el Morena para la elección de 2027. A ello se suma un hecho innegable: selecciona a los personajes a los que dará audiencia. Concertar una cita con él —de acuerdo con la versión de varios personajes que han hecho antesala— está convertida en una auténtica proeza reservada para unos cuantos.
La desesperación y ambición de Jacinto
Como las estrellas del mundo del espectáculo, Jacinto adquirió de pronto, la condición de deidad inalcanzable. Pero eso no es lo peor. 2.- Mientras el exedil perredista de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, fustiga al exgobernador por ese mismo partido, Ángel Aguirre, en el sentido de que “se sirvió durante 14 años del PRD”, el dirigente estatal del Morena, Jacinto González le hizo la invitación pública al también exgobernador interino priista, para sumarse al Morena junto con todo su equipo.
“El partido es libre y la afiliación es libre”, sostuvo orondo. Al hacer la invitación de manera pública, Jacinto evidenció cuando menos tres errores: A) Con Aguirre Rivero dentro del Morena, intentaría equilibrar el liderazgo político del senador Toro, que se proyecta como el más fuerte dentro de las filas guindas.
Es obvio que, como eventual miembro del Morena, el exgobernador perredista operaría para neutralizar a toda costa a Félix Salgado. Construir su propio liderazgo. Así como lo hizo en el PRD. Y Jacinto tratará de reclutarlo justo antes de concluir su periodo como dirigente del Morena que vence en el cercano 2025. Eventualmente, hasta empujar un relevo en la dirigencia estatal del Morena que cuente con la venia de Aguirre y del propio Jacinto.
B) Como sabe de su debilidad y que sus constantes errores políticos lo proyectan en toda su dimensión neófita, Jacinto está ansioso de adquirir una paternidad política que lo guíe y apuntale en su loca carrera por la candidatura a gobernador. De ahí que, al ser admitido en las filas morenistas se entiende que la única condición para el aguirrismo consistiría en que dicho grupo trabaje a favor del proyecto por la gubernatura del dirigente estatal morenista.
La desesperación y ambición de Jacinto
¿Admitirá esa condición Ángel Aguirre y declinará “servirse” del Morena como lo hizo con el PRD? ¿Enfrentaría al senador Toro sabiendo que se encuentra en amplia desventaja en términos de popularidad al interior de las filas morenistas? ¿Busca Jacinto atizar la polarización política entre ambos actores?
C) El repudio de la militancia morenista es otro de los filtros que Jacinto debería pagar necesariamente, tras invitar a las filas morenistas al exgobernador Aguirre. De hecho, muchos militantes activos —como el exdiputado federal Rubén Cayetano García— ya mostraron esa repulsa contra Jacinto al señalar que esa invitación al exgobernador Ángel Aguirre “es a título personal y no obedece a una postura institucional.
La vocería del partido no se ejerce para dar puntos de vista personales o anhelos particulares”. Como se ve, Jacinto González asume de manera tangencial, estar dispuesto a tender amarres y alianzas con quien sea —hasta con el diablo—, con tal de comenzar a frenar la popularidad del senador Toro. La desesperación y la ambición marcan su irrefrenable trayecto hacia la disputa por el gobierno de la entidad en la elección de 2027.
HOJEADAS DE PÁGINAS…
El rector de la UAGro, Javier Saldaña, acusa también una evidente desesperación. Y de manera literal mandó sus propias señales. Primero y de la nada, promovió una Asamblea Estatal de la Izquierda Guerrerense celebrada el pasado 24 de agosto. La realidad es que de izquierda sólo tienen el membrete. Y las ambiciones de poder. Estuvo encabezada por muchos de sus aliados: el exgobernador interino Rogelio Ortega Martínez, el sindicalista David Molina Francisco y la viuda del extinto Armando Chavarría, Martha Obeso de Cáceres entre otros. Luego y “sacándose de la manga” un repentino cariño justamente por el extinto Chavarría, le celebró un homenaje por su nacimiento en rectoría, cuando nunca en sus dos anteriores periodos como rector, reconoció a dicho personaje. Ni le celebró nada. Pero en el homenaje lo elevó a la figura de prohombre. Se echó a la bolsa el apoyo de su familia. La realidad es que, si Chavarría viviera, Javier Saldaña nunca se hubiera reelecto. Dicho personaje se lo iba a impedir. Pero es claro que el rector acusa desesperación. Es un personaje que no puede vivir sin los reflectores. Con todo, Claudia Sheinbaum no lo alcanza a ver.