Tlapa: rechiflas y evasiones
LECTURA POLÍTICA por: Noé Mondragón Norato
No han sido casuales. Todo acto de masiva y espontánea protesta lleva oculto un fin político. La certeza clara de intentar dañar imágenes. El prurito por exhibir y denostar a ciertos actores de poder o de partidos políticos a los que pertenecen. Restregarles en el rostro agravios por mucho tiempo contenidos. Cobrarles efímera factura por el manejo desaseado de los presupuestos públicos que laceran su calidad de vida. O simplemente, por encontrarse en trincheras ideológicas diferentes. Los tumultos desordenados, la barahúnda de voces procaces e hirientes y el roce febril de los cuerpos como antesala de la violencia, son sus constantes cartas de presentación. Los hechos recientes confirman esta tendencia operada por ciertos grupos sociales convertida también, por sorpresiva, en eficaz maquinaria de presión. DEFLAGRAR EN TLAPA. – Hay dos momentos políticos que ubican al municipio de Tlapa como el lugar idóneo para armar estrategias de “espontáneo” golpeteo político:
Tlapa: rechiflas y evasiones
1.- El viernes 11 de enero de 2019, el entonces gobernador priista Héctor Astudillo acudió a ese municipio de la región Montaña con todo su gabinete, a un evento convocado por el recién estrenado presidente AMLO. El morenista repartiría apoyos a personas con discapacidad. Pero cuando apareció en el entarimado, Astudillo fue recibido con una sonora rechifla. Surgieron gritos de “¡Fuera, Fuera!” Nada ni nadie pudo detener a esa turba enardecida. El rostro del mandatario priista se endureció. Gobernaba la comuna municipal el morenista Dionicio Merced Pichardo. Pero había un antecedente: al propio presidente AMLO le fascina que la muchedumbre condene a sus detractores. Incluso a los de casa. Así, el 24 de abril de 2005 a la llamada “Marcha del Silencio” en contra del desafuero de AMLO, se sumó el líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Los partidarios del actual presidente lo abuchearon. Cuando este se enteró, se limitó a decir: “Déjenlo, la plaza purifica”. Muchos actores perredistas condenaron la actitud de López Obrador. Y en Tlapa las huestes de Héctor Astudillo encontraron de inmediato a un responsable de la rechifla: el entonces diputado y delegado especial en Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros. Ese hecho fue uno de los que propició de algún modo, su distanciamiento con AMLO. Después, se le cayó la candidatura a gobernador. En el entramado político local corrió fuerte el trascendido: el berrinche del exmandatario priista sumado la imprudencia del morenista habría influido en el ánimo presidencial para sacar a Pablo Amílcar de esa carrera. El evento de Tlapa marcó todos esos eventos.
Tlapa: rechiflas y evasiones
2.- Casi cinco años después de aquel hecho, el presidente AMLO se encontró en una situación similar a la ocurrida al exmandatario estatal priista. Coincidentemente, en el mismo municipio de Tlapa. Con la diferencia de que cambiaron algunos actores. Así, maestros agrupados en la CETEG pretendían increparlo ayer domingo durante la inauguración del Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT) de la Montaña. Y para no enfrentarse “a la plaza que purifica”, el ejecutivo federal declinó asistir. “Estaban en actitud de provocación y en busca de conflicto, de pura casualidad, con todos los medios de manipulación, incluido el inmundo pasquín del Reforma…Ya llevo mucho tiempo evadiendo el acoso de extremistas y de oligarcas, luchando por la justicia y aplicando el principio de la no violencia.”, escribió en su cuenta de Twitter. En Tlapa gobierna el priista Gilberto Solano Arriaga, el mismo personaje a quien el diputado del PT, Gerardo González Noroña calificó en abril pasado como “alcalde pedorro, inútil y corrupto” por presumiblemente, adjudicar a su administración municipal, la construcción del Hospital General proyectado para su edificación en dicho lugar por el gobierno de AMLO. No es descartable en consecuencia, que algunas huestes priistas, en pleno inicio de la efervescencia electoral, le movieran el tapete al actual presidente a fin de provocar ciertas polarizaciones. Como tampoco es extraño que muchos de los maestros agrupados en la CETEG —integrada por una variopinta gama de intereses ideológicos y partidistas—, sacaran a relucir sus inclinaciones tricolores. En Tlapa han estallado durante los últimos cinco años, las rechiflas contra políticos emulando la legendaria piedra de los sacrificios. Pero hábilmente, el presidente eludió la suya.
HOJEADAS DE PÁGINAS…
La liberación de dos periodistas en Taxco y el incierto destino de un tercero se percibe como un logro no sólo de la fiscalía General del Estado (FGE), sino como aquel obtenido bajo presión de las organizaciones de periodistas que reclamaron de inmediato, el obligado respeto a la libertad de expresión como parte inherente al mejoramiento de una democracia que, hasta hoy, se ha reducido casi en exclusiva al peloteo del poder entre los distintos partidos políticos. Bajo el imperio de la amenaza velada, ninguna democracia informativa funciona correctamente si a ella se añaden los oscuros ingredientes de la intolerancia, la maledicencia y la insensibilidad. Todos los gobiernos están obligados a garantizar el derecho ciudadano a informar. Y la prensa debe cumplir con esta encomienda. Sin ningún tipo de restricciones.