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jueves, octubre 10, 2024

Trasfondos de la reforma al Poder Judicial

Trasfondos de la reforma al Poder Judicial

LECTURA POLÍTICA por Noé Mondragón Norato

En 1917 con la promulgación de la Constitución tras la cruenta etapa de la Revolución Mexicana, a los ministros del Poder Judicial los elegían los Congresos locales de los 19 estados que en ese tiempo conformaban al país. El Congreso de la Unión los ratificaba, pues no existían los partidos políticos. Con el nacimiento del primero de ellos en 1929 −el PNR, abuelo del PRI− la decisión se trasladó al presidente de la república.

Nacía el presidencialismo como eje de todos los controles. Y luego con sus reformas de 1994, Ernesto Zedillo Ponce de León redujo de 22 a 11 los ministros de la Corte. Nadie dijo nada ni hubo “rebelión en la granja” porque esos ministros eran “chalanes” del presidente en turno. Los sometía con fuertes cantidades de dinero. Banqueros y hombres de dinero influían en esas designaciones. Así, el Poder Judicial se convirtió en “un reino que no era de este mundo”. Una élite aparte. Desconectada y ajena a las penurias de las mayorías.

Escapó obviamente, a cualquiera de los controles ciudadanos. Hoy, los opositores se desgarran las vestiduras y se visten mediática y ridículamente de “patriotas” al votar en el senado contra el proyecto de la reforma al Poder Judicial. Pero ese poder era en realidad, un feudo intocable. Sólo el presidente del país podía meter mano. La historia no se equivoca. Hay que repasarla.

CONSERVADORES Y LIBERALES. – Desde el periodo presidencial de Benito Juárez, el país se convulsionó por las reformas emprendidas a la Constitución de 1857 por el Benemérito. Separaba a la Iglesia del estado. Cercenaba propiedades eclesiásticas. Le quitó a la mitra el control de la educación pública.

Trasfondos de la reforma al Poder Judicial

Esas reformas originaron una guerra entre “liberales” y “conservadores” encarnada con la intervención francesa que postuló a Maximiliano de Habsburgo como “Emperador de México”. De ahí se abre lo demás.

1.- Más allá de ser una derrota contra el bloque conservador −a lo largo de la historia de nuestro país, “los conservadores” se han replegado y reagrupado cuando ven amenazados sus intereses. Miles de páginas y ríos de tinta escritos al respecto lo confirman. Y siempre han sido los primeros que solicitan el apoyo intervencionista de los Estados Unidos−, la reforma al Poder Judicial significa en los hechos, la ruptura a fondo con el control que sobre ese poder tenía el presidente en turno. Y todos aquellos buitres con toga que se beneficiaban de ese reparto. Justo lo contrario de lo que justificaron discursiva y mediáticamente los actuales opositores a lo largo de los últimos meses.

Por eso mismo, en ese poder había familias enteras enquistadas. El registro lo dice todo: un solo miembro de la Corte tenía trabajando ahí a 67 familiares. Así como ocurre actualmente en la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro). Y luego el ministro designaba a los magistrados, los magistrados a los jueces y era un círculo irrompible que sólo beneficiaba a un estrecho grupo de “iluminados”. Eran, además, un reducto privilegiado que nunca fue tocado por los gobiernos sexenales priistas. Menos por los panistas. Hasta que les llegó su hora.

2.- Todas las propuestas e iniciativas de reforma presentadas en el pasado por la oposición perredista en el Congreso de la Unión −y que amenazaban los intereses de los grupos políticos de poder y financieros dominantes−, fueron siempre frenadas por las bancadas legislativas del PRI-PAN que eran mayoría. Un episodio es particularmente grotesco:

Trasfondos de la reforma al Poder Judicial

la señal obscena y vulgar protagonizada por el coordinador de la bancada priista Humberto Roque Villanueva, en la sesión del 17 de marzo de 1995. El entonces presidente Ernesto Zedillo decidió aumentar el IVA en 50 por ciento, pasando de 10 a 15. Pero el país atravesaba por una crisis económica sin precedente, pues al propio Zedillo le fue heredada una economía “prendida con alfileres” por Carlos Salinas de Gortari, lo cual detonó aquella crisis.

La oposición votó en contra de ese criminal aumento, y fue entonces cuando el priista se adornó con la ya histórica “roqueseñal”. Después, todas las reformas “estructurales” del priista Peña Nieto −energética, educativa, laboral, financiera y política− fueron aprobadas sin chistar por el bloque PRI-PAN-PRD a través del infame Pacto por México. Desde luego, “maicearon” generosamente a los opositores. Hoy, esos mismos opositores del pasado se asombran y muerden la lengua porque los morenistas cooptaron el voto de los Yunes de Veracruz para aprobar la reforma al Poder Judicial. Con Peña Nieto pagaron por lo menos a 50 legisladores. Con AMLO, sólo dos. La tristeza de los perdedores de hoy fue alegría en el pasado. Simplemente la historia les cobró factura.

HOJEADAS DE PÁGINAS…

Si Guerrero no logra aprobar la reforma al Poder Judicial y ubicarse como la entidad 17, otras le ganarán en tiempo. Ya no pasará a la historia. Porque de las 32 entidades del país, la 17 es la que deja huella. Por el clásico “50 más 1”. Hasta la medianoche del miércoles, 14 estados ya la habían aprobado. Pero aquí, la actual legislatura había entrado en receso. Demorado su aprobación. Y si la mayoría es morenista en el Congreso local, ¿qué les impedía aprobar el proyecto que se mandó de la federación a los estados? ¿es acaso la inacabada pugna y forcejeo por la presidencia de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) lo que los mantiene en esa actitud? ¿o se trata de un deliberado “plan con maña” del bloque nuñista para “hacer quedar mal” a la gobernadora Evelyn Salgado?

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