El párroco Jesús Nava deja Marquelia con lágrimas y gratitud
Por Juan Román Mariche
Marquelia, Gro., 16 de octubre de 2024. — Tras casi nueve años de entrega total a la comunidad de Marquelia, el párroco Jesús Nava López emprende un nuevo camino pastoral al ser trasladado a la comunidad de Santa María de Guadalupe en Mozimba. Su partida no solo deja un vacío espiritual, sino también emocional, ya que su huella queda marcada en cada rincón de la iglesia y en los corazones de quienes lo acompañaron en este largo caminar de fe.
El padre Nava llegó a Marquelia el 7 de marzo de 2016, como párroco titular de la iglesia del Santo Niño de Atocha. Durante más de ocho años, sembró no solo la palabra de Dios, sino también un legado de formación cristiana, unidad comunitaria y esperanza. Su trabajo trascendió las paredes del templo y se reflejó en la vida cotidiana de miles de marquelieños.
“Ha sido una experiencia de aprendizaje, de entrega, de crecimiento… En Marquelia aprendí a ser párroco”, confesó con voz entrecortada pero llena de gratitud al despedirse de su comunidad.
Un legado que va más allá de la liturgia
Durante su estancia, el sacerdote se enfocó en construir un “arco formativo” para la comunidad, que iba desde la catequesis inicial hasta la formación integral de los fieles. No fue tarea fácil: muchos buscaban solo cumplir con los sacramentos sin compromiso, pero poco a poco logró transformar esa mentalidad.
El párroco Jesús Nava deja Marquelia con lágrimas y gratitud
“Batallamos un poquito porque estamos acostumbrados a querer todo rápido y fácil. Pero fue un caminar de varios años donde los papás entendieron que no solo se trata del sacramento, sino de la formación”, expresó el párroco.
Fruto de ese esfuerzo surgió una nueva generación de jóvenes llamados a servir: dos seminaristas que hoy continúan su vocación salieron precisamente de la pastoral juvenil impulsada por el padre Nava.
La construcción de una nueva casa de Dios
Uno de los proyectos más visibles de su gestión fue la construcción de la nueva parroquia del Santo Niño de Atocha. Un reto titánico que inició con la demolición del antiguo templo y culminó con la edificación de la capilla del Santísimo, las paredes laterales y la fachada principal.
“A mí me gustaría que no me recordaran solo como el padre que empezó la construcción, sino también como quien sembró el evangelio”, dijo con humildad. El proyecto aún está inconcluso, pero aseguró que dejará las bases firmes para que su sucesor, el padre Cornelio Onofre, dé continuidad a la obra.
Una despedida con dolor, pero también con esperanza
Ante el anuncio de su cambio, muchos fieles expresaron su descontento e incluso algunos manifestaron deseos de protestar para pedir su permanencia. Sin embargo, el padre Nava respondió con serenidad y coherencia:
“Uno qué más quisiera quedarse donde está a gusto, pero hay un Padre grande que dice que cuando la gente no quiere que te vayas, es momento de partir. Ser sacerdote es ser obediente al obispo, y aunque duele, así es”.
Pero no todo es adiós definitivo. El sacerdote dejó abierta la puerta al regreso: “La posibilidad siempre está. La puerta no está cerrada. Ya ha habido casos, por ejemplo, en San Luis Acatlán o San Marcos. Si algún día me dicen ‘regresa a Marquelia’, con gusto lo haría”.
Gratitud y bendiciones
En su mensaje final, el párroco extendió una disculpa sincera a quienes haya podido herir con alguna palabra o gesto: “Soy bromista y a veces se malinterpreta”. Y agradeció profundamente a toda la comunidad por enseñarle y acompañarle en su misión: “Gracias por ayudarme a ser sacerdote, por caminar juntos en la fe. No se olviden rezar un Padre Nuestro por mí”.
Este lunes 21 de octubre, a las 9:30 de la mañana, la comunidad dio la bienvenida al nuevo párroco, el padre Cornelio Onofre. Mientras que el martes 22, a las 12:00 del mediodía, se celebró la misa de toma de posesión en Santa María de Guadalupe en Mozimba, donde el padre Nava inicia una nueva etapa de servicio.