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sábado, julio 12, 2025

¿Hasta dónde llega el odio político?

¿Hasta dónde llega el odio político?

Por: [Juan Román Mariche]

Este fin de semana, Estados Unidos fue testigo de un acto que cruza la línea entre la protesta política y el terrorismo doméstico. El ataque contra dos legisladores en Minnesota no solo fue violento; fue selectivo, planificado y claramente motivado por ideología.

El sospechoso, Vance Boelter, quien según reportes trabajaba en seguridad privada y recibió entrenamiento militar, dejó una lista con casi 70 nombres, incluyendo legisladores, activistas pro derechos reproductivos y defensores del aborto. Encontraron folletos extremistas en su auto. No fue un loco al azar. Fue alguien con un propósito claro.

Este tipo de violencia no es nuevo. Pero sí se ha agudizado desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Y eso no es casualidad.


Cuando la democracia recibe disparos

“Un ataque a legisladores es un ataque a la democracia”, dijo Gabby Giffords, sobreviviente de un tiroteo político en 2011. Tiene razón. Cada vez que un representante electo es blanco de violencia por sus ideas, el sistema entero se tambalea.

Melissa Hortman no solo era una legisladora. Era madre, profesora, abogada y servidora pública. Su vida reflejaba compromiso con la comunidad. Su muerte, junto con su esposo Mark, es un recordatorio brutal: ya no basta con hablar de polarización. Ahora hay sangre sobre la mesa.

John Hoffman y su esposa sobrevivieron. Pero ¿cuántos más están en riesgo?


Listas de “objetivos” y el peligroso discurso del odio

Que en el vehículo del presunto atacante haya aparecido una lista con casi 70 nombres de políticos y activistas debe encender todas las alertas. Ya no se trata solo de manifestaciones radicales o discursos incendiarios. Ahora hay mapas mentales de guerra civil.

¿Hasta dónde llega el odio político?

El movimiento “No Kings”, mencionado en los documentos hallados, no representa a partido alguno. Pero sí simboliza una tendencia creciente: el uso de la violencia como herramienta de cambio político.

Esto no es resistencia ciudadana. Es terrorismo ideológico.

Silencio cómplice y radicalización alimentada

Las autoridades han actuado rápido, coordinando recursos estatales, federales e incluso el FBI. Pero urge una pregunta más profunda: ¿por qué nadie detuvo esto antes?

Minnesota no es Texas, ni Nueva York, ni Washington. Pero ahora también lleva la marca de la violencia política. Y detrás de cada atentado, hay un ambiente que lo permite: redes sociales sin control, líderes que legitiman el odio y una narrativa que convierte a los adversarios en traidores.

No podemos seguir fingiendo que es solo retórica. La violencia habla. Y mata.

México no está lejos del espejo

Este caso nos toca de cerca. Aunque ocurrió en Estados Unidos, envía señales que no podemos ignorar. México vive un momento de alta confrontación política. Algunos partidos, figuras públicas y medios extremistas ya usan lenguaje de «enemigo interno» o «traición nacional».

Es hora de frenar. Antes de que alguien decida imitar lo ocurrido en Minnesota y traerlo a nuestras calles.

La democracia no puede sostenerse si quienes la representan temen por su vida. Ni siquiera en tierra ajena. Por eso, este crimen no solo afecta a EE.UU., sino a todos los países que buscan defender el Estado de derecho.

 

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