La continua emigración de profesionales de Irán ha sido exacerbada por la opresión persistente de las mujeres y del movimiento feminista en el país.
De acuerdo con cifras oficiales, en los últimos dos años, más de 10.000 profesionales del sector sanitario han abandonado Irán, con un gran número de ellos emigrando a países árabes. Esta emigración incluye a profesores, médicos y enfermeras.
Las mujeres en Irán enfrentan sistemáticamente desventajas debido a su género, como se refleja en el «Informe sobre la Brecha de Género 2022”, donde el país ocupó el puesto 143 de 146.
El Observatorio para la Emigración de Irán reporta que en la última década, aproximadamente 65.000 personas cualificadas han dejado el país anualmente. Desde la Revolución Islámica de 1979, millones de personas con educación universitaria han emigrado, principalmente debido a las dificultades económicas, así como a la represión política del gobierno. Hasta la fecha, no se ha implementado ningún plan para detener esta fuga de cerebros.
El 20 de septiembre, el Parlamento iraní aprobó una ley de «apoyo a la cultura del hiyab y la castidad” que amenaza con penas de prisión de hasta diez años, además de otras restricciones, a las mujeres que violen el estricto código de vestimenta.
Los líderes de Irán no han mostrado interés en promover la reconciliación en la sociedad, en su lugar, han optado por gobernar a través del miedo y la opresión. La emigración de mujeres académicas debilitará la capacidad de la sociedad para buscar demandas democráticas y seculares. Por lo tanto, quienes están en el poder no tomarán medidas al respecto, perpetuando su control y comportándose de manera similar a una fuerza de ocupación que ignora los intereses de los ciudadanos y los recursos nacionales.
Emigración de mujeres
La tendencia de emigración femenina se ha agravado en los últimos años, a pesar de que el 60 por ciento de los estudiantes en Irán son mujeres. Sin embargo, la proporción de mujeres en el mercado laboral es solo del 15 por ciento. La represión a gran escala de las protestas nacionales en otoño e invierno de 2022, junto con el aumento de la represión contra las mujeres, ha reforzado esta tendencia de emigración femenina en los últimos meses.